jueves, 9 de junio de 2011

DIALOGO SOBRE ECONOMIA EN EL PERU DEL SIGLO XXI

Entrevista efectuada a Luis Gallegos, en noviembre del año 2005,  para la publicación denominada “Seminarios de Formación Política 2004- Compendio de Exposiciones”, realizada por el Instituto Peruano de Economía Social de Mercado  

¿Qué es la economía social de mercado?

Intentar dar una definición de lo que es la ESM, hoy día en el Perú, a un cuarto de siglo desde que este concepto fuera incorporado en nuestra Carta Magna por la acertada y visionaria iniciativa del Constituyente del Partido Popular Cristiano, don E. Alayza Grundy, nos enfrenta, en principio, con una obligada tarea de esclarecimiento en torno al panorama confuso que se ha creado sobre el concepto de economía social de mercado en los últimos tiempos.  En la actualidad en sentido amplio, por oportunismo o carencia de información, cualquier planteamiento que exprese un reconocimiento del mercado en su rol de asignador eficiente de recursos y que apareje a ello algún grado de intervención estatal, en materia de regulación y apoyo social,  se ha dado en denominar economía social de mercado, sin importar el contenido y la forma que deberá tener la participación, tanto del mercado como del estado, es decir los principios constitutivos y operativos que habrán de determinar los grados de intensidad, el alcance y sentido de la presencia de ambas instituciones en los ámbitos económicos y social, de tal suerte que cualquier hibrido conceptual que combine estado con mercado podría asumir dicha denominación.
Ello ha dado lugar a un ambiente de incertidumbre, en lo referente a la existencia de una concepción de una economía social de mercado como una propuesta de ordenamiento económico real y viable, alternativo a otras concepciones de organización económica.  Es por ello que, superando lo que podríamos denominar el concepto amplio de una economía social de mercado, es necesario rescatar y reivindicar la existencia y vigencia de la escuela alemana de la economía social de mercado.  Esta escuela, partiendo de la crítica  a la concepción liberal de la economía de mercado, hecha por la escuela ordoliberal de la Universidad de Friburgo y de la antropología filosófica cristiana, supo construir un concepto singular de “hacer economía de mercado”.  Alfred Müller Armack, su creador, lo denominaba un estilo, es decir una concepción de organizar y gestionar lo económico con una especificidad propia, por lo que aún compartiendo categorías conceptuales con los otros “estilos de economía de mercado” , exhibía aspectos particulares  y  diferenciadores respecto a ellos. El propósito de esta novedosa concepción económica consistía en superar las limitaciones y deficiencias  de liberalismo económico, de la economía en sentido estricto, sobre todo en lo relacionado a las consecuencias sociales, se buscó redefinir por ello las relaciones entre competencia y solidaridad, entre mercado y justicia social.  Por ello, la economía social de mercado, se define como una concepción de ordenamiento que persigue el objetivo de combinar, sobre la base de la competencia, la libre iniciativa con el progreso social, asegurado por los rendimientos del mercado.
En lo concerniente a las diferencias con la concepción liberal de economía de mercado mencionadas anteriormente, cabe indicar que estas partían precisamente de aquellos aspectos que propiciaban el estrangulamiento del sistema y que consagraban como consecuencia natural e inexorable las desigualdades económicas y la exclusión de amplios sectores de la sociedad de los beneficios producidos en el mercado.  Müller Armack precisó que aquellas se encontraban básicamente en la teoría dinámica y el rol del Estado, por cuanto a diferencia del argumento liberal, en la configuración del orden económico global, la competencia, siendo un principio ordenador fundamental, no es el único, y que de forma paralela y con igual importancia se situaban otros principios ordenadores vinculados al logro de objetivos sociopolíticos, siendo la apreciación y cumplimiento de todos los principios en conjunto lo que constituía el “estilo” de la economía social de mercado.
En primer lugar ello plantea que la competencia por sí sola no propiciaba resultados eficientes económicamente y que además esta no puede ser entendida como una tendencia natural e inmanente al mercado, ella tiene que ser asegurada por el Estado, como un “programa estatal”, que la resguarde de las acciones destructivas, propias de los egoísmos de los diferentes agentes económicos, en especial las concentraciones económicas.
En segundo lugar se establece que el funcionamiento de la competencia para mejorar los resultados de los procesos de mercado debe estar acompañada de otros elementos o principios ordenadores que tienen como propósito complementarla y mejorar la distribución de los resultados que la libre iniciativa y el mercado son capaces de producir, ampliando la participación de los miembros de la sociedad, en forma cualitativa y cuantitativa, sobre los beneficios que permite un régimen de libertad económica y competencia.
En otras palabras, la economía social de mercado se distingue del viejo planteamiento de la economía de mercado (concepción liberal primigenia) en que es necesario que el Estado configure el orden económico, puntualmente, el régimen competitivo y el funcionamiento del mercado, estableciendo el marco normativo e institucional que propicie su más óptimo funcionamiento y rendimiento, lo que contemporáneamente se denomina regulación positiva, con lo que se supera el automatismo de mercado o “laissez faire”.  De otro lado, se incorpora como elemento de compensación social y dinamizador de la economía la función redistributiva del ingreso, expresada en una política social que implica acciones de configuración del orden social que tiene que ver con la participación organizada de las sociedades intermedias en la creación y mantenimiento de las condiciones que permitan un consenso social y económico que legitime y haga viable la vigencia del sistema económico en el largo plazo.
Ahora bien, explicitados, los elementos centrales que fundamentaron la “herejía” de la economía social de mercado, es necesario señalar aquellos otros elementos que signifiquen el aporte o los elementos que caracterizan propiamente esta concepción o “estilo”.  Estas giran en torno a los principios de configuración global del nuevo orden económico, el cual teniendo a la competencia como principio ordenador fundamental, tiene otros principios de igual rango de carácter sociopolítico, con cuya conjunción, como  dice Egon Tuchtfeldt surge una unidad de estilo.  Estos son: (1) El principio de política de orden de la  libertad del individuo; (2) El principio de política de orden de la competencia social; (3) La política coyuntural; (4) La política de crecimiento; (5) La política estructural; (6) El criterio de conformidad de mercado; para las medidas de política económica, en todos los ámbitos de aplicación de los elementos antes indicados.
Finalmente, en atención a la importancia capital que tiene el funcionamiento del orden competitivo, resulta relevante destacar la relación de los principios considerados clave o constitutivos, formuladas por Walter Eucken, cuyo cumplimiento, graduando su aplicación en función de las circunstancias de lugar y tiempo, permitirá un funcionamiento adecuado de la competencia y una elevación de la eficiencia de la economía en su conjunto.  Estos principios son:(1) El funcionamiento de un sistema de precios libre; (2) Estabilidad monetaria;(3)Libre acceso a los mercados; (4) propiedad privada; (5) libertad de contratación; (6) estabilidad en la política económica; (7) responsabilidad económica y social del empresariado; (8) lucha contra las concentraciones económicas y actos que restrinjan la competencia; (9) redistribución del ingreso; (10) condiciones de trabajo adecuadas y salario mínimo referencial. Una política económica, en el contexto de una economía social de mercado, tanto en lo referente al orden como al proceso  económico, apuntara permanentemente la vigencia real de los principios señalados como garantía para el funcionamiento del sistema económico conformando en base a ellos.


¿Cuál es el papel de la iniciativa privada y el mercado?

La libertad de la persona en un principio o elemento de estilo de fundamental importancia en una ESM, por ello la iniciativa privada en lo económico y social, sustentada en dicha libertad, es la fuerza motriz de la economía. Es esa iniciativa desplegada en el mercado, debidamente regulado, la que posibilitará el desarrollo económico, que debe ser, en palabra de Lebret, un  crecimiento económico duradero con una distribución del ingreso equitativa,. En cualquier economía, pero principalmente en una subdesarrollada como la peruana, esa iniciativa privada debe manifestarse en la participación de un contingente creciente de personas incursionando como empresarios en las diversas actividades económicas. Un proceso que busque un aumento de las actividades productivas y la transformación de las estructuras productivas obsoletas en pos de mejorar la competitividad, requiere del concurso eficaz de la iniciativa privada en el campo empresarial, lugar natural de expresión de la iniciativa económica. Son los empresarios, especialmente los pequeños y medianos, los que en forma directa buscan nuevas oportunidades y las transforman en actividades económicas concretas; desarrollan nuevos bienes, e incorporan audaz y creativamente las innovaciones tecnológicas a los procesos productivos. Por ello, a través de la política social, es necesario ejecutar políticas públicas y en alianza con el sector privado, destinadas a la formación de empresas y empresarios que puedan enfrentar con éxito los retos que plantean el acelerado proceso de cambio tecnológico y el dinamismo de los mercados internacionales.
De otro lado, la actividad empresarial, y toda actividad económica de producción e intercambio se desarrolla en un escenario y situación determinadas. Este escenario esta dado por el mercado, el cual debe estar “organizado” para estimular el surgimiento de las  iniciativas privadas y permitir su desarrollo.  El funcionamiento de un mercado competitivo debe permitir que se asignen los recursos eficientemente y en que los agentes económicos – consumidores  empresas productivas de bienes y servicios, inversionistas, trabajadores entre otros – dispongan de la información pertinente sobre el funcionamiento y las señales de los diferentes mercados (bienes, servicios, trabajo, tierras, capitales, tecnología para tomar decisiones.
Es necesario reiterar que el mercado debe estar “organizado”, su funcionamiento por si solo no corrige las asimetrías que existen en el acceso a la información y en la capacidad para procesarla, así como en los costos de transacción, más bien las acentúa.  Para que el mercado opere como eficiente asignador de recursos, es necesario establecer un marco ordenador, legal- institucional, que disminuya las asimetrías indicadas, promuevan la competencia y eviten las concentraciones económicas y los actos que restrinjan la competencia, el fraude y el uso de la información privilegiada que ponga en desventaja a unos agentes económicos frente a otros.  Por ello en una ESM es fundamental que se cumplan los denominados principios constitutivos o claves que anteriormente hemos indicado, el cumplimiento de aquellos, garantizado por el Estado, permitirán el adecuado funcionamiento del mercado y de régimen de competencia.


¿Cuál es el papel del Estado?

En una sociedad que busca el desarrollo ordenado y pacifico, es necesario que los intereses particulares del individuo estén orientados hacia el bien general de la comunidad. Esa función, en una sociedad libre, es tarea del Estado, el cual es el guardián supremo y garante del bien común.
En una economía social de mercado, la tarea del Estado, sustentada en los principios de subsidiariedad y supletoriedad, propios de la filosofía cristiana, está básicamente centrada en dos aspectos vitales para la especificidad de esta concepción de ordenamiento económico, estos son: la conformación del orden económico, es decir del marco legal-institucional, que permita el funcionamiento del mercado y de la competencia, así como en el diseño y ejecución de la política social, que tiene como finalidad cumplir una función redistributiva de los ingresos a través del gasto social.
A diferencia de los liberales (o neoliberales) que postulan que el mercado que mejor funciona es aquel que carece de regulación, la ESM sostiene que el mercado que mejor funciona es aquel que está regulado adecuadamente, es decir positivamente, permitiendo remover las barreras de acceso al mercado, sancionando las prácticas restrictivas de la competencia, garantizando la propie­dad privada, es decir una regulación que permita que el mercado funcione asegurado contra las tendencias que internamente conspiran contra su constitución. No se trata de regular mas o menos, de modo arbitrario o pragmático, sino en conformidad con el elemento de estilo denominado «criterio de conformidad con el mercado». En este aspecto la economía social de mercado se distancia del denominado “neo institucionalismo”, que obedece a criterios mas positivistas en materia de regulación.
Aquí, además de lo indicado, es necesario agregar que la política social no es una tarea que el estado encara solo; sino que comprende actividades que son desarrolladas con la participación de la sociedad organizada y que tienen por objeto mejorar la calidad de vida de las personas de modo permanente, mas allá de cualquier asistencialismo puramente material y coyuntural. La ESM considera que el crecimiento económico es producido por hombres productivos y motivados, por ello las acciones orientadas al mejoramien­to de la calidad de vida (satisfacción de necesidades básicas, ataque directo contra la pobreza, las inversiones en el capital humano, etc. no son un despilfarro social, sino condiciones necesarias para el crecimiento duradero. En ese sentido se encuentran, también, las llamadas condiciones positivas que el estado debe establecer para el incremento de la iniciativa privada, de entre las cuales merecen mención las tres siguientes: (1) facilitar el acceso a los bienes materiales, por ejemplo formalizando la propiedad, (2) facilitar la formación técnica para el trabajo y la gestión de los bienes (formación de pequeños y microempresarios), y por último las que conciernen a la llamada (3) igualdad de oportunidades, no sólo para la capacitación profesional, sino también para la participación en los valores más altos de la cultura y del espíritu.


¿Cómo debe enfocarse la perspectiva económica del Perú frente al mundo? ¿Qué sería necesario para adecuar la ESM al mundo globalizado?

En medio de una globalización creciente, las posibilidades de desarrollo económico del Perú están inexorablemente vinculadas al sector externo, a las condiciones que nos ofrece el entorno internacional.  Frente a ese hecho lo que nos queda es buscar las condiciones más favorables de incorporación a los mercados internacionales que, para los países pequeños y subdesarrollados (emergentes) como el nuestro pasan por diseñar y ejecutar una política de integración a bloques económicos regionales o extraregionales.  En ese sentido, es necesario definir los criterios a emplear para encarar ese proceso , de modo acelerado y en el corto plazo, los mismos que deben trascender la dimensión puramente economisista y considerar criterios culturales, históricos, políticos y sociales.  Así, es necesario seguir perseverando en el fortalecimiento y consolidación de la Comunidad Andina de Naciones y el MERCOSUR, como paso previo y necesario a la constitución de una Unión Sudamericana o Comunidad Sudamericana de Naciones.  Lo planteado, no excluye los procesos de integración con otros bloques “extraregionales” como el NAFTA o el TLC en curso con los EEUU, en tanto es una oportunidad que necesitamos aprovechar para dinamizar nuestra economía, modificando nuestra estructura productiva y mejorando sus niveles de competitividad.  De lo que se trata es de compatibilizar nuestra angustia por megamercados que dinamicen nuestra economía, con la necesaria apuesta por la constitución de un orden económico global más justo, que concilie la competencia con la solidaridad, el mercado con la justicia, tal como lo propugna la ESM.  En ese sentido, la política oficial del estado debe seguir manteniendo la posición en pro del fortalecimiento de la multipolaridad, ya que ese esquema de ordenamiento mundial es el más conveniente.


Defina 5  ejes fundamentales de política para el 2006 – 2011

De conformidad con la teoría de la economía social de mercado, nuestro planteamiento se ubica necesariamente en ambos campos  de la política económica: la Política de Orden Económico y la política de Proceso Económico.  En materia de política del orden, un primer eje fundamental continúa siendo la reforma del estado, por los reajustes en el volumen y calidad del gasto público que ello implica.  Un segundo eje: la reforma tributaria, que, vinculada estrechamente a la primera, sólo puede ser abordada a  continuación de ella y no antes, como absurdamente se pretendió hacer en el presente quinquenio (2001 – 2006), el ITF, el ITAN, el IES y el ISC, no pueden continuar siendo parte de nuestra estructura tributaria, porque desalientan abiertamente la iniciativa privada. Un tercer eje es la construcción de una política social eficiente, reordenando la institucionalidad que lo ejecuta y las fuentes y volúmenes de financiamiento. En el ámbito de la política del proceso económico. Un cuarto eje de trascendental importancia es la estabilidad macroeconómica (estabilidad de precios, equilibrio presupuestario, bajos tipos de interés, paridad cambiaria), la misma que aunada a la estabilidad política deben generar la confianza necesaria en los agentes económicos para que fluya la inversión productiva y de largo plazo. Finalmente, un quinto eje es la construcción de una política anticíclica que reduzca la vulnerabilidad de  nuestra economía ante los efectos y shocks externos la que debe implicar por un lado: austeridad en los períodos de auge y fuertes afluencias de capital, para acumular reservas y reducir el coeficiente de endeudamiento público, lo cual permitirá introducir políticas de expansión en épocas de contracción del entorno internacional; y, de otro lado, aumentar el ahorro interno, para que la afluencia de capitales no sea un condicionante esencial del crecimiento, sino un eficaz complemento.