jueves, 23 de mayo de 2013


LA ECONOMIA SOCIAL Y ECOLOGICA DE MERCADO COMO ORDEN ECONOMICO DEL PERU: UNA PROPUESTA DE REFORMA CONSTITUCIONAL

La economía social de mercado, establecida constitucionalmente en el Perú desde 1979, como norma fundante de nuestro sistema económico, es un concepto acuñado en Alemania por Alfred Müller-Armack, quien la define como un orden económico que busca combinar sobre la base de una economía competitiva la libre iniciativa con el progreso social, sustentado, este último, en los rendimientos de mercado. En ese sentido, las políticas económicas y sociales deben estar articuladas, ser complementarias y estar ordenadas al desarrollo de la persona y la sociedad en su conjunto, elevando la calidad del bien común. Ello, implica asimismo, que ese desarrollo sea alcanzado respetando el ambiente dentro del cual se producen los procesos productivos y los procesos sociales, aplicando el concepto de sustentabilidad ambiental, que garantice el sostenimiento del mismo, en el largo plazo, para beneficio de las generaciones futuras.

Por ello, “de cara con los desafíos ambientales contemporáneos, la economía social de mercado necesita convertirse en una economía ecológicamente orientada. Pero la orientación ecológica no debe diluir la identidad tradicional de la economía social de mercado. Los ingredientes ecológicos de la Economía Social y Ecológica de Mercado (ESEM) son tan importantes como los elementos de mercado y las características sociales. Sin embargo, si el mercado no hace su trabajo y la política económica no es combinada con una política social preventiva y compensatoria,  la dimensión ecológica no podrá ser efectivamente incorporada dentro de una economía social de mercado. Así, los términos mercado, social y ecológico deben sonar con cada una de los otros como elementos esencialmente iguales en una melodiosa triada[1].


Contemporáneamente, esta preocupación por la sustentabilidad del desarrollo, implica una atención especial por los problemas de carácter ecológico implicados en el proceso de desarrollo económico. La programación del desarrollo económico debe considerar atentamente «la necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza», porque los recursos naturales son limitados y algunos no son renovables”. El actual ritmo de explotación amenaza seriamente la disponibilidad de algunos recursos naturales para el presente y el futuro. La solución del problema ecológico exige que la actividad económica respete mejor el medio ambiente, conciliando las exigencias del desarrollo económico con las de la protección ambiental. “Cualquier actividad económica que se sirva de los recursos naturales debe preocuparse también de la salvaguardia del medio ambiente y prever sus costos, que se han de considerar como «un elemento esencial del coste actual de la actividad económica»”[2].

Los graves problemas ecológicos requieren un efectivo cambio de mentalidad que lleve a adoptar nuevos estilos de vida, a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones. Tales estilos de vida deben estar presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como social. Es necesario abandonar la lógica del mero consumo y promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos. Una actitud semejante, favorecida por la renovada conciencia de la interdependencia que une entre sí a todos los habitantes de la tierra, contribuye a eliminar diversas causas de desastres ecológicos y garantiza una capacidad de pronta respuesta cuando estos percances afectan a pueblos y territorios. La cuestión ecológica no debe ser afrontada únicamente en razón de las terribles perspectivas que presagia la degradación ambiental: tal cuestión debe ser, principalmente, una vigorosa motivación para promover una auténtica solidaridad de dimensión mundial[3].

La mayor relevancia de los problemas ecológicos, evidenciadas sus implicancias para el desarrollo humano, indujeron que a principios de la década de los ochenta (1982), la concepción del orden de la Economía Social de Mercado experimentara un cambio fundamental al incorporar el principio de compatibilidad ecológica (protección del medio ambiente) como principio regulador del orden socioeconómico global. Estableciendo con ello que el orden económico no sólo debe ser social sino que, también, debe asegurar que la conducta económica no destruya las bases naturales de la vida del hombre. La protección de la salud humana, el mantenimiento del ecosistema (hoy gravemente deteriorado por los cambios climáticos, la degradación de la capa de ozono y el retroceso de la biodiversidad), la protección de los animales y las plantas, la reducción del nivel de desperdicios (residuos químicos, minerales, etc.), el mantenimiento de la calidad del agua y de la tierra y la protección del suelo exigen un notable esfuerzo ecológico. Esto no responde solamente a una necesidad ecológica sino también económica. Protección al medio ambiente significa también utilizar racionalmente los recursos naturales y el espacio.

Detlef Radke, afirma que esta nueva óptica se traduce concretamente en el término de «economía de mercado social y ecológicamente compatible». La integración de la política ambiental en el concepto de la Economía Social de Mercado se realiza de conformidad con el sistema. La política ambiental está sujeta a las mismas reglas de decisiones que las demás políticas, es decir que debe hacerse con los instrumentos de mercado[4].

En una economía social de mercado, el comportamiento de los agentes económicos, debe estar regulado positivamente para que la interacción de estos con el entorno natural sea sustentable, con la finalidad de mantener el capital naturaleza (recursos naturales) como soporte de la vida en general y de las actividades económicas, específicamente, a fin de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras, por ello al marco social de la economía social de mercado se agrega el principio de compatibilidad ecológica.

El Estado, como responsable del bien común, debe configurar el “orden”, el marco legal e institucional, que integre el principio de libertad para el ejercicio de actividades económicas y los otros principios constitutivos y reguladores, con el principio de compatibilidad ecológica. Una economía que respete el medio ambiente no buscará únicamente el objetivo del máximo beneficio, porque la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente.

En el caso del Perú, a la luz de los acontecimientos que han marcado nuestra evolución económica reciente, resulta de vital importancia, la incorporación de la variable ambiental  en el diseño e implementación del orden económico, así como en el diseño y ejecución de las políticas del proceso económico y social, pues tenemos altos costos de degradación ambiental. En ese sentido, cabe precisar que según el estudio más reciente sobre el particular, producido por el Banco Mundial “los más altos costos de la degradación ambiental en el Perú, son en orden decreciente de magnitud: inadecuado abastecimiento de agua; sanidad e higiene; contaminación atmosférica urbana; desastres naturales; exposición al plomo; contaminación del aire en locales cerrados; degradación de la tierra; deforestación e inadecuada recolección municipal de desechos. Combinados, estos problemas ambientales cuestan 8,2 billones de soles, ó 3,9 por ciento del PBI. Los pobres y las poblaciones más vulnerables cargan desproporcionadamente el peso de este costo”[5]. Al respecto, cabe referir que versiones recientes sobre el particular, emitidas por la “Comisión Multisectorial encargada de elaborar propuestas normativas y políticas orientadas a mejorar las condiciones ambientales y sociales bajo las que se desarrollarán las actividades económicas, especialmente las industrias extractivas”[6], publicadas en octubre del 2012, corroboran la actualidad del costo estimado de degradación ambiental y advierten, además, que esa situación se va a agravar, en los próximos años, por los efectos del cambio climático.

Si el Perú mantiene su propósito de impulsar un crecimiento económico sostenido y competitivo, como base de un auténtico desarrollo económico, resulta necesario  incorporar la variable ecológica en la configuración del orden económico que va a sustentar el proceso y las actividades económicas, lo cual debe ser materializado a través de una reforma constitucional, que eleve al rango de norma fundamental la configuración del orden económico a partir del concepto de la economía social y ecológica de mercado[7].

Abril de 2013



[1]  Benecke, Dieter W. “Social and Ecological Market Economy. A General Overview”,
Published by GTZ in May 2008 in: The Social and Ecological Market Economy – A Model for Asia?, Ed. By Deutsche
Gesellschaft fürTechnische Zusammenarbeit (GTZ) GmbH, Eschborn 2008, p.23 -52,
[2] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, Numeral 470.
[3] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”. Numeral 486.
[4] Radke, Detlef, “ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO: Una opción para los países en transición y en desarrollo?. Buenos Aires-Argentina, Konrad Adenauer Stiftung-CIEDLA. 1995

[5] Banco Mundial, “ANALISIS AMBIENTAL DEL PERU: RETOS PARA UN DESARROLLO SOSTENIBLE. Lima, Mayo 2007.
[6] Informe de la Comisión Multisectorial encargada de elaborar propuestas normativas y políticas orientadas  a mejorar las condiciones ambientales y sociales bajo las que se desarrollarán las actividades económicas, especialmente las industrias extractivas, creada mediante Resolución Suprema Nº  189 –2012-PCM
[7]   Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUMA), “DIAGNÓSTICO AMBIENTAL DEL PERÚ”. Grupo de Trabajo Multisectorial creado a través de la R.M Nº 025-2008-PCM: una “mejor gestión ambiental es imprescindible para la competitividad de los productos peruanos en los mercados internacionales y para atraer inversiones nuevas en el sector productivo. Los mercados mundiales se vuelven cada vez más exigentes en los asuntos del ambiente (…) El calentamiento global, la disminución de los bosques, el deterioro de los recursos vivos y la crisis del agua (…) nos ofrecen oportunidades de atraer capitales e inversiones para el desarrollo, contribuyendo además a la solución de los mismos”