domingo, 5 de abril de 2015

CRISTIANISMO: EL MENSAJE QUE TRASCIENDE AL TIEMPO

Hablar de Cristianismo, es remitirnos casi automáticamente a la figura del maestro Jesús, quien con su prédica y testimonio de vida, nos enseñó que la auténtica conversión y perfección del hombre sólo puede darse por el amor. Enseñanza que ha trascendido al tiempo, pues es, indudablemente, el ideal más noble que a través de los siglos ha surgido en la historia del hombre, un mensaje del cual el hombre no puede ni podrá renegar menos aún soslayar, pues por encima de otras “creaciones” teóricas humanas, curiosamente denominadas científicas, este ideal cristiano lleva en forma intrínseca el ideal de perfección humana.

La perfección de que nos habla el cristianismo es aquella perfección integral a la cual aspira el hombre y por ende la sociedad, sobre la cual Jesús en su sermón de la montaña nos dijera: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro padre que está en los cielos es perfecto” (MATEO 5:47). Cierto es que la perfección del padre nos es imposible  alcanzar, pero cierto es, también, que la práctica cristiana integral nos puede hacer mas semejantes a él, aquella práctica que el hombre de hoy, materialista y soberbio, desprecia o pretende relegar al desván de los olvidos, para realizar las “doctrinas de hombres”, las que se acomodan a nuestras imperfecciones y vicios, enseñanzas falsas respecto a las cuales nos advirtiera el profeta Isaías.

Pero ¿Cómo pretender relegar o establecer comparaciones con otras teorías sobre el hombre, por demás burdas, con el mensaje de amor cristiano?, qué mensaje, distinto al cristiano, nos enseña que son: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos….Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios, (.......) oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio…..”. Siendo la expresión más sublime aún de éste doctrina de vida,  aquella que constituye un mandamiento de amor absoluto, la que nos dice: “Oísteis que fue dicho Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con el dos” . Vemos pues que el mensaje cristiano es sumamente significativo y trascendental para el hombre, lo cual debe invitarnos a una profunda reflexión sobre su contenido íntegro. Ante nosotros está pues el único camino hacia el cambio auténtico, la decisión es nuestra; pues como dijera el maestro Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (MATEO 24:37)